el compositor Serguéi Vasílievich Rajmáninov expresó: «La música brota solo del corazón y al corazón se dirige; la música es amor. su hermana es la poesía y su madre, el sufrimiento». Se rebelaba así el espíritu de un hombre que defendía la exaltación de las pasiones como único medio de creación. La sensibilidad, la identidad del individuo y su alma, la espiritualidad, el arrebato de los sentimientos eran ideales románticos en los que Rajmáninov se reafirmaba. En una entrevista realizada por Leonard Liebling en The Musical Courier (1939), el compositor afirmó sentirse como un fantasma vagando en un mundo extraño. Un mundo que parecía haber olvidado que la verdadera forma de crear música era a través del entusiasmo, la fogosidad, la pasión.

​

transcurrieron algunas décadas para que el organista alemán Matthias Müller se sintiera maravillado por la sensibilidad romántica de Rajmáninov. Obras como el Trío elegiaco o el Concierto nº2 para piano y orquesta Op. 18 en do menor inspiraron la vida de Müller que, al igual que la de Rajmáninov, pronto se vieron gobernadas por un inagotable sentimiento que solo podía ser expresado a través de la música.

​

especializado en la música sacra y el órgano, Matthias Müller junto a la cantante polaca Julia Fercho y la belga Cristel de Meulder nos ofrecen un rico repertorio para voz y piano, un viaje en el que sumirnos en una armonía perfecta, íntima, en la que el sentimiento no puede ser sino, el baluarte, el canto de nuestras pasiones.